Junto a la basílica de Santa Maria del Mar, se abre una plaza que es, al mismo tiempo, enclave histórico y símbolo nacional de Cataluña: el Fossar de les Moreres.
El inicio del fin
El 11 de setiembre de 1714, en el marco de la Guerra de Sucesión Española, Barcelona se rendía a las tropas borbónicas después de 13 meses de resistencia, y Felipe V entraba triunfante en la ciudad, en la cual inició una dura represión contra la población y las instituciones catalanas. Con el tiempo, el 11 de setiembre se acabó convirtiendo en la Diada Nacional de Cataluña, y el Fossar de les Moreres, en el escenario donde cada año tienen lugar diferentes actos de carácter político, cultural y social.
Defensores de la patria
En el margen que separa la plaza de la calle de Santa Maria, se puede leer una inscripción que pertenece a la célebre poesía de Frederic Soler Pitarra, y que rinde homenaje a los caídos durante el asedio:
“Al fossar de les moreres / no s'hi enterra cap traïdor; / fins perdent nostres banderes / serà l'urna de l'honor” (En el Fossar de les Moreres / no se entierra a ningún traidor; / hasta perdiendo nuestras banderas / será la urna del honor).
Estos versos, que también se recogen en la placa conmemorativa situada en el fondo de la plaza, a la sombra de las moreras, hacen referencia a un episodio del asedio según el cual el sepulturero y su nieto se negaron a enterrar en el cementerio el cadáver de un soldado enemigo, aunque era de su misma familia (se trataba del hijo del sepulturero y padre del nieto).
Desde una óptica más universal, el Fossar de les Moreres se puede interpretar como un recordatorio de los combatientes anónimos, una especie de tumba del soldado desconocido parecida a las que hay en otras ciudades europeas.
Situado en el centro del barrio de la Ribera, el cementerio se encuentra rodeado de edificios y espacios históricos de gran interés patrimonial, como la basílica mencionada, la calle de Montcada o el paseo del Born, donde conviven tiendas centenarias y locales de moda.